PRELUDIO EN MADRUGADA.

Yo llevo en mi pecho guardado, tu sonrisa de medio día, tu prosa encantadora y tu voz en lejanía.

Traigo bien ataviado los besos, de esa noche oscura y fría, un contrabando de estrellas de mis cielos fantasía.

Traigo un te quiero franco, un poema en sus peldaños, de los astros milenarios, un solsticio de verano.

Un ciento de cuentos de hadas, un preludio en madrugada, la flor fresca de tus jardines y el fulgor de tu mirada.

Soy la llovizna mansa, soy las naves de tus radas, soy las cumbres de tus cimas, la nostalgia de tu Dalia

Soy la llanura fresca, florecida en tus relatos, el agua pura y viva, de tus ríos encantados

Voy a llenarte de todo, voy mitigando la nada, voy a vestirme de fiesta, voy a colorear tus mañanas.

Tomaré por asalto tus ruinas, sembraré tu vientre con mis tallos, tacharé con tinta de mi sangre, los días tristes de tus años.

Soplaré con vientos de bolina, cruzaré el mar de los sargazos, guiaré el rumbo de tus naves para que encallen en mis brazos.

Con la furia eterna de mis manos, cargaré el trinquete y mis brioles, sopesaré tormentas de tus mares, tomando a pulso sus tempestades.

Llegaré glorioso a tu bahía, anclaré mis besos noche y día, bordaré tus sueños con luceros, plegaré mil besos en tu cuerpo.

Las princesas lindas como tú, lloran globos de pasiones, visten linos, suaves sedas, besan flores de alstromerias.

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