MADRE.

Y fue entonces la primera ves que vi a mi madre, con su maquillaje solemne, sus ojos magníficos, y con un traje colorido muy elegante, en su cara brillaba el fulgor juvenil de la primavera, estaba sentada en la gran sala de aquella vieja casona del corazón del longevo cañahuate, y recuerdo que al mirarle no pude evitar los espasmos que revoloteaban dentro de mi pecho, como mariposas matinales que libaban el néctar de una flor antigua, mi cara se iluminó de vida, mi sonrisa a media asta trataba de contener el volcán de emociones que yacía dentro de mi.
No podía dar más refugio a mi alegría y constaté que era tal cual la había imaginado, como la había soñado todas las noches de mi triste melancolía, de mí suprema soledad, de mi tragedia infantil, y fue entonces cuando me tomó por asalto en sus brazos inefables y me apretó cuál si necesitara de mi ser para poder vivir  

Comentarios

Entradas populares